Silvia, desde que se inició la crisis del Coronavirus empezó a tener mucho miedo al contagio. Al principio se lavaba mucho las manos. Pero poco a poco cada vez tomaba más medidas de precaución de modo que ya nunca salía de casa. Cuando su marido volvía de la compra le hacía ducharse, desinfectaba todo y… un día se empeñó en que su marido se frotara con legía.

Esta fue la gota que colmó el vaso y a raíz de aquí se formó una tremenda discusión. Silvia cedió esta vez, pero tal era su miedo que era insistente con el tema, así que las discusiones con su pareja cada vez se repetían con más frecuencia.

Patricia tenía mucho miedo de que su hijo tuviera un accidente en la carretera, de modo que cuando salía le esperaba despierta, le llamaba para comprobar que había llegado bien o no había cogido el coche. Se enfadaba cuando él iba en coche, como os podéis imaginar las discusiones con su hijo eran muy frecuentes.

Juan estaba obsesionado con su móvil y era prácticamente incapaz de separarse de él o incluso silenciarle. Esto le llevaba a discutir tremendamente con sus padres, pero es que le aterraba perderse algo de su grupo de amigos y quedarse fuera.

Miedo

Paca era una mujer que tras que sus hijos se fueron de casa se implicó en un montón de actividades de voluntariado. Al principio le vino fenomenal porque se sentía muy bien y conoció a mucha gente. Pero como no sabía decir que no, poco a poco se vio en más actividades de las que su cuerpo podía soportar. Con frecuencia llegaba a casa tan cansada que se tenía que tomar una pastilla y meterse en la cama. Y es que Paca no quería parecer una egoísta.

Detrás de un comportamiento extremo de una persona, lo que hay es un gran miedo. Si estás cerca de una persona que emite este tipo de comportamientos, lo primero es averiguar a qué le tiene miedo para que se sienta comprendido. Ya en un segundo momento intentar promover el equilibrio entre extremos.

Una forma de llegar a ello es hacer consciente a la persona de los perjuicios de su comportamiento (por ejemplo, deterioro de las relaciones) y ayudarla a encontrar alternativas más razonables para protegerse de sus miedos.

Otra buena forma de ayudar a la persona es recordar con ella cómo ha afrontado otras situaciones difíciles de su vida con éxito. O pensar también en cuáles son las cualidades que los otros o incluso ella misma valoran. Es un buen punto de partida para desarrollar nuevas soluciones para la situación actual.

Esto lo hacemos en terapia, lleva algún tiempo y esfuerzo. Con frecuencia además es más fácil hacerlo con un psicólogo, ya que es una persona especializada en estos temas y además no está implicada emocionalmente en el problema.

Miedo

Por eso si te encuentras en esta situación o bien tienes un familiar del que te has acordado al leer este artículo, no lo dudes y contacta con nosotros ahora mismo. Nuestro teléfono siempre lo responde psicólogos especializados que te pueden orientar sobre tu caso en particular.

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