Adolescentes y emociones intensas: cómo acompañar sin romper el vínculo

3/06/2025

“Mi hija pasa del llanto a los gritos en cinco minutos.”
“Mi hijo no quiere hablar con nadie y se encierra todo el día.”
“Siento que todo lo que digo le molesta.”

Si estas frases te suenan familiares, no estás solo/a. La adolescencia es una etapa intensa, tanto para los chicos como para sus familias. Y aunque parezca que no te necesitan… te necesitan más que nunca. Solo que de otra manera.

¿Por qué los adolescentes viven todo con tanta intensidad?

El cerebro adolescente todavía está en construcción. Especialmente la zona que regula las emociones, la impulsividad y la toma de decisiones. Por eso, pueden pasar del entusiasmo a la tristeza, del cariño al rechazo, de forma repentina. No lo hacen por fastidiar: lo hacen porque están aprendiendo a entender lo que sienten.

Además, en esta etapa enfrentan muchos desafíos:
– Buscar su identidad (“¿quién soy?”)
– Encajar en su grupo de iguales
– Manejar la presión académica y social
– Vivir sus primeras relaciones afectivas

Todo esto sucede mientras su cuerpo y su mente cambian cada día.

Cómo acompañar sin apagar lo que sienten

Aquí no hay recetas mágicas, pero sí hay actitudes que ayudan:

1. Escucha sin interrogar:

A veces basta con un “entiendo que estés así” o “si necesitas hablar, estoy aquí”. No necesitan sermones, sino saber que tienen un refugio emocional.

2. No tomes sus reacciones como algo personal:

Un “no me hables” puede doler, pero muchas veces es una forma torpe de decir “me siento mal y no sé cómo explicarlo”.

3. Valida su mundo, aunque no lo entiendas:

No minimices lo que sienten con frases como “no es para tanto” o “eso ya se te pasará”. Lo que para ti es pequeño, para ellos puede ser inmenso.

4. Marca límites, pero con respeto:

Los adolescentes necesitan reglas, pero también necesitan ser tratados como personas que están creciendo. La firmeza no está reñida con el cariño.

¿Y si no quieren hablar conmigo?

Está bien. No todos los adolescentes hablan con sus padres, pero sí observan. Observan cómo gestionas tú tus emociones. Cómo tratas a los demás. Cómo te hablas a ti mismo/a.

A veces, el ejemplo silencioso vale más que mil charlas.

¿Cuándo es momento de pedir ayuda?

Si ves que tu hijo/a:
– Está siempre triste o irritable
– Se aísla completamente
– Tiene cambios bruscos en el sueño o en la comida
– Muestra autolesiones o pensamientos negativos muy intensos

Es importante consultar con un/a profesional. La psicoterapia no es solo para “casos graves”. Es un espacio seguro donde los adolescentes pueden ordenar lo que sienten, sin miedo a ser juzgados.

Lo más importante: no te rindas

Aunque parezca que no escuchan, que no miran, que no les importas… estás dejando huella. Ser madre, padre o figura adulta en esta etapa es una labor silenciosa, difícil y profundamente valiosa.
Acompañar no es controlar. Es estar. Es sostener. Es confiar en que, con tu presencia, ellos aprenderán a encontrarse a sí mismos.